top of page

¿Qué queda de lo humano cuando todo se convierte en contenido?

  • Foto del escritor: Camila Sosa Faraut
    Camila Sosa Faraut
  • 4 nov
  • 2 Min. de lectura

Vivimos un tiempo en que todo parece poder convertirse en algo que mostrar. Ya no solo vivimos: también documentamos. No solo sentimos: también publicamos. No solo pensamos: también opinamos en voz alta. En las redes, todo pasa por el mismo filtro: si no se publica, ¿existió?


Contenidos vs Vivir

Nos acostumbramos a vivir con el ojo puesto en la captura, a no dejar pasar nada. A convertir cada instante en una oportunidad para decir algo, mostrar algo, acumular algo. Lo efímero de la vida compite con la permanencia digital. Lo real, con lo posteable. Las redes sociales nos entrenaron para la inmediatez: para reaccionar rápido, para llenar cada silencio, para evitar la pausa.Nos da miedo no estar, no opinar, no aparecer. Porque en ese tiempo muerto, otro ya está publicando algo que podría ser nuestro. Otro ya está ganando visibilidad, likes, relevancia. Ese vértigo nos deja sin pausa, sin ese espacio esencial para sentir antes de compartir. Todo es material para el feed. Todo es utilizable, consumible, intercambiable.


Queremos guardarlo todo, fotografiarlo todo, grabarlo todo. Para que no se pierda. Pero al hacerlo, algo también se diluye. Al estar tan pendientes de inmortalizar cada momento, dejamos de habitarlo. La experiencia se vuelve archivo antes de ser vivida.

¿Estamos realmente recordando o simplemente acumulando? ¿Estamos cuidando la memoria o saturándola de cosas que ya no nos dicen nada? Ya casi nada queda fuera del alcance de las redes: la alegría se comparte, la tristeza se comparte, el cansancio se comparte. Hasta el duelo se convierte en un post, en un análisis, en una oportunidad. No todo tiene que ser contenido. No todo tiene que mostrarse. No todo puede ser consumido. Nos olvidamos de guardar silencio. De dejar algo solo para nosotros. De vivir algo que no tenga que ser visto.


No se trata de abandonar las redes, sino de recuperar el sentido. De preguntarnos: ¿por qué quiero compartir esto? ¿para quién? ¿desde dónde? Quizás no todo deba perderse, pero tampoco todo tenga que guardarse. Nos enseñaron a no dejar pasar nada, a capturarlo todo, a fijar cada instante para no perderlo… aunque, al hacerlo, lo vaciemos de sentido.

Comentarios


bottom of page